sábado, 5 de marzo de 2011

Grandes Biografías de la Salud Natural


 
Eduard Bach (1886 - 1936), inciador de los remedios florales en su aplicación al campo de la salud.




Cuando se cumplen 70 años del fallecimiento de Eduard Bach, su aportación filosófica y metodològica a los Métodos Naturales de Salud constiuye un elemento fundamental para el equilibrio psicoemocional ; descubridor de la denominada "terapia floral " aporta al corpus naturopatiae un conjunto de sistematizaciones que hacen posible el desarrollo científico de una práctica higiodinámica de gran alcance y eficacia.

EDUARD BACH. Iniciador de la
Flosacología


Edward Bach nació en Moseley el 24 de setiembre de 1886, fue el mayor de sus hermanos,
dos niños y una niña. Tuvo una salud delicada de bebé que fue mejorando a medida que iba madurando, aunque conservó una sensibilidad muy agudizada que le sería de gran ayuda en un futuro. Ya de niño poseía la comprensión de las aflicciones de los demás y esa certidumbre le determinó la tarea que había de desempeñar en el futuro: Encontrar un método sencillo y universal para aquietar las mentes y sanar los cuerpos de todo tipo de enfermedad.



De los dieciséis a los diecinueve años, Edward trabajó en la fundición de su padre, lo que le permitió adquirir conocimientos y comprensión de la naturaleza humana, al convivir diariamente con sus compañeros de trabajo; vivenció en que manera el temor a la enfermedad con las consecuencias económicas que acarreaba, estaba siempre presente en la mente de sus compañeros. Decidió, pues, empezar la tarea que ya desde niño había tenido clara. Se dio cuenta de que si quería descubrir un remedio diferente, necesitaba una auto-idea; sintió que le era
necesario redescubrir verdades acerca de la enfermedad y de la curación de la humanidad por experiencia directa …



Su decisiòn de ser médico, para ocuparse del sufrimiento de los seres humanos, fue
precoz. Estudiò en la cercana universidad de Birmingham, se graduó en 1912 e
iniciò su pràctica clìnica  en Londres. Los primeros años de trabajo
estuvieron caracterizados por un gran entusiasmo y por el deseo, que nunca
abandonò, de hacer aùn màs, de ir màs allà, experimentando nuevos caminos. El
niño curioso y reflexivo se habìa vuelto un adulto que seguìa observando el
mundo y haciéndose mil preguntas, sin desalentarse, aùn cuando no encontraba
las respuestas.



El joven mèdico pensaba que el hombre no es una màquina, con engranajes que van
lubrificados y sustituìdos, el hombre es un ser complejo en el que la mente y
el cuerpo no pueden tomarse por separado, en el que cada singular aparato se
relaciona con todo el resto. Cada hombre tiene su historia, emociones,
sensaciones, suenos y necesidades que no se pueden ignorar. Y sin embargo la
atenciòn de sus colegas y del mundo académico estaba siempre dirigida solo a la
enfermedad.



Para Bach no quedaban dudas: lo que debìa ser curado era el ser humano en su
complejidad. No era suficiente conformarse con tamponar los sìntomas.



Después de un año en el departamento de cirugìa del Hospital de la University College
de Londres, el joven Bach decide pasar a la inmunologìa. Sus estudios lo
llevaron a descubrir en el estòmago de algunos enfermos crònicos, un tipo
particular de bacterias que estaban casi ausentes en el organismo de las
personas sanas. Al final de esta investigaciòn consiguiò producir una vacuna
que obtuvo òptimos resultados.



Absolutamente absorbido por sus estudios, Bach se preocupaba poco por su propia salud. Esto
podrìa parecer un contrasentido, mas no es raro, estudiando la vida de los
grandes personajes, obeservar en ellos aquellos errores que luego habrìan
descubierto y corregido. Tal vez es justo esta capacidad para equivocarse y
aprender de los propios yerros lo que los vuelve realmente "grandes".



En julio de 1917, después de años de trabajo duro a causa de la primera gerra
mundial, Bach fue operado de urgencia. El diagnòstico es terrible: le dan sòlo
tres meses de vida a causa de un tumor en el bazo, ya extendido. De frente a la
perspectiva de una muerte inminente, Bach reaccionò como cualquier otro ser
humano: cayò en una profunda depresiòn, de la cual saliò alimentàndose de
energìas inesperadas. Si tenìa que morir, no habìa tiempo que perder, tenìa
muchas cosas para hacer, tenìa que estudiar y experimentar.



Se concentrò en el trabajo. pasaron tres meses, cuatro, cinco... sus colegas lo
miraban estupefactos. No solo todavìa estaba vivo, sino que los anàlisis no
dejaban lugar a dudas: su enfermedad estaba regrediendo. Bach descubriò asì, a
costa de sì mismo, que la energìa producida por una gran pasiòn era capaz de
vencer qualquier negatividad. Fué asì que aquella que se habìa presentado como
una tragedia, se volviò el punto de partida para sus nuevas y fundamentales
investigaciones, que lo habrìan llevado, anos después, a la identificaciòn de
sus "remedios": las hoy famosas Flores de Bach, que cada una, con su
propia identidad, apunta a restituir energìa al cuerpo y a la mente.



Sus intuiciones sin embargo no conseguìan encontrar el camino para llegar a una
investigaciòn sistematizada, esto es, pràctica clìnica concreta. Fundamental
fue la lectura de Organon ,
de Samuel Hannemann, uno de los padres fundadores de la Homeopatìa, quien como Bach, pensaba que el paciente visto como persona fuese mucho màs importante que la enfermedad. Ademàs no usaba vacunas, curaba con hierbas, plantas, metales y hasta venenos, usados en dosis infinitesimales.


Gracias a la Homeopatìa, Bach consiguiò sitematizar sus propios descubrimientos,
llegando, junto a su colega Paterson, a la preparaciòn de nuevas vacunas,
llamadas "nosodos", que aùn hoy se aplican homeopàticamente, sobre
todo en la cura de algunas enfermedades crònicas.



Prosiguiendo con estos estudios, dividiò las bacterias responsables de estas enfermedades en
siete grupos, y fiel a su idea de poner al hombre, esto es el paciente, en el
centro de la investigaciòn, empezò a estudiar las caracterìsticas comunes de
las personas che necesitaban la misma vacuna. Resultaron siete perfiles
psicològicos diferentes. Bach empezò entonces a hacerse una pregunta
revolucionaria para aquella época: y si fuese la ìndole, el estado de ànimo, el
que provocaba la enfermedad? Esta pregunta sentarìa las bases para sus estudios
sucesivos, aquellos que lo habrìan llevado a la identificaciòn de sus
extraordinarios "remedios". Decidiò abandonar entonces su estudio
médico de Londres para dedicarse completamente a la investigaciòn de un nuevo
método de cura, totalmente basado en el estudio del alma humana.



En 1912 volviò a Galles, a su amada campina. Sus vacunas, los "nosodos",
se iban perfeccionando y funcionaban, pero no con todos sus pacientes, y a
veces las enfermedades, despuès de un perìodo de regresiòn, se volvìan a
presentar. Ademàs, los nosodos, eran todavìa producidos por bacterias. Durante
sus largos paseos inmergido en la naturaleza, Bach llegò a recoger e
identificar los dos primeros remedios: Mimulus e Impatiens. Con estas flores
preparò nuevos nosodos. Para elegir los pacientes adaptos para recibir este
método de cura se dejò guiar por su intuiciòn, buscando la semejanza entre la
planta y el perfil psicològico del paciente.



Mimulus,una flor que aparece fràgil, fue subministrada a pacientes que mostraban
timidez, pequenos miedos. Impatiens, la flor "impulsiva", que
proyecta lejos de sì sus propias semillas, fue subministrada a pacientes màs
nerviosos y apurados. Los resultados fueron inmediatamente satisfactorios. El
camino estaba trazado.



El perìodo sucesivo, y hasta 1932, lo viò pasar horas y horas en estado de
contemplaciòn de las plantas de su infancia, con la intenciòn de
"entender" a las flores, estudiando sus aspectos y caracterìsticas.
Llegò asì a la identificaciòn de las primeras doce flores. El mètodo
funcionaba, pero aùn una vez màs, no con todos los pacientes. Edward Bach
decidiò entonces profundizar los conocimientos del alma humana, buscando las
miles sutilezas posibles que hacen de cada hombre un ser diferente a todos los
demàs. Las emociones negativas fundamentales habìan sido identificadas, el
miedo, el terror, el pànico, la actitud mental que lleva a torturarse, a rumiar
los pensamientos, la indecisiòn, la indiferencia y el aburrimiento que llevan a
no amar màs a la vida, la invadencia, la debilidad y la poca estima por sì
mismo y por las propias capacidades, la impaciencia, la soledad, el entusiasmo
devastante... cada uno de estos sentimientos debìa ser ulteriormente analizado.
El miedo, por ejemplo, podìa concentrarse sobre algo preciso como la muerte o
la enfermedad, pero también hacerlo en forma vaga, indeterminada. Habìa mucho
camino por recorrer...



Bach
recomenzò su investigaciòn y la concluyò en 1935, con la identificaciòn de 38
remedios que aùn hoy forman la estructura de su método de cura. Al mismo tiempo
se ocupò de divulgar lo que habìa descubierto. Tratò de ensenarlo a sus
colegas, y èsto le procurò no pocos problemas con los representantes màs
conservadores de la clase médica. Tal vez fue por ello que pidiò ser cancelado
de la Orden de los Médicos, declarando que querìa ser considerado solo un
herboristero.



Antes de marchar enfatizó la importancia de mantener el sistema lo más sencillo
posible, luchando contra cualquier intento de alterar su pureza y también nos
dejó un escrito.



Queridos
amigos: Sería maravilloso construir una pequeña Hermandad, sin rangos ni
categorías, donde nadie fuera más ni menos que los otros, para dedicar nuestras
vidas a cumplimentar los siguientes principios:

1. Se nos ha deparado un sistema curativo sin precedentes en la memoria de la
humanidad; con la simplicidad de estos remedios florales podremos tener la
absoluta certeza de contar con sus maravillosas virtudes para vencer la
enfermedad.

2. No criticar, ni condenar jamás los pensamientos, las opiniones o las ideas
de los demás, recordando siempre que todos los seres humanos somos criaturas de
Dios, y cada uno de nosotros recorre su camino hacia la Gloria del Divino
Padre.

3. Llevamos en nuestra mano diestra, como los Caballeros del pasado, las armas
para vencer al dragón del Miedo, sabiendo que nunca deberemos pronunciar una
palabra de desaliento, sino que, por el contrario, debemos llevar esperanza y
sobre todo seguridad, a aquellos que sufren.

4. Jamás debemos dejarnos llevar por los éxitos o las adulaciones que podamos
encontrar en nuestra misión, recordando siempre que no somos otra cosa que los
mensajeros del Gran Poder.

5. Cuanto más profundicemos en la confianza de quienes nos rodea, mejor
podremos influenciarles nuestra convicción de que todos nosotros somos
solamente agentes de la Divinidad, enviados para socorrerlos en sus
necesidades.


6. A medida que los enfermos mejoren, debemos
explicarles que las hierbas de los campos, que son las que los están curando,
son dones de la Naturaleza: que son dones de Dios.



De esta forma, lograremos que crean nuevamente en el Amor, la Misericordia, la
Compasión y la Fuerza Omnipotente del Más Alto. Edward Bach.



Unas semanas antes de abandonar este mundo afirmó a sus colaboradores:

Mi tarea esta cumplida… Mi misión en este mundo ya ha finalizado …

Muriò durante el sueño, en su casa de Mount Vernon, en el Sussex, hoy sede del Bach
Center. Era el 27 de noviembre de 1936, habìan transcurrido 19 años desde aquel
diagnòstico de la medicina, que le habìa dado 3 meses de vida. Edward Bach nos
deja un método que luego de màs de sesenta anos sigue difundiéndose y
desarrollàndose, y 3 simples libros: "Cùrate a ti mismo", "Los
doce curadores", y "Lìbrate a tì mismo", que son todavìa capaces
de ilustrarnos sobre el proceder humano.

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