Las personas que toman altas dosis de estatinas para mantener a raya su colesterol deberían vigilar de cerca sus niveles de azúcar en sangre. Al menos eso es lo que sugieren las conclusiones de una revisión de estudios, que relacionan la terapia intensiva con estos fármacos con un mayor riesgo de desarrollar la enfermedad metabólica.
Numerosos estudios previos han demostrado la capacidad de las estatinas para reducir los niveles de lípidos en sangre e, incluso, para disminuir el riesgo de padecer problemas cardiovasculares en el futuro. Sin embargo, otros trabajos también habían apuntado la posibilidad de que estos medicamentos aumentaran las posibilidades de desarrollar diabetes.
Hasta el momento, no se ha realizado ningún estudio definitivo al respecto, por lo que un equipo de investigadores británicos han querido arrojar un poco más de luz sobre el tema revisando todo lo publicado hasta la fecha en la literatura médica.
Su objetivo, tal y como ellos mismos reconocen en las páginas de la revista 'Journal of the American Medical Association', no era sólo analizar la posible relación, sino averiguar si las dosis empleadas del fármaco podían influir de alguna manera en el riesgo de padecer la enfermedad.
En total, localizaron cinco trabajos con datos de 32.752 pacientes con diferentes patrones de terapia a los que se les había realizado un seguimiento durante una media de casi cinco años.
Al cruzar los datos, los investigadores comprobaron que entre los pacientes que tomaban una dosis elevada de estatinas al día (la terapia intensiva suele ser de 80 mg) se habían producido más casos nuevos de diabetes que entre los que seguían un tratamiento convencional (por ejemplo de 20 mg).
En concreto, de los 2.749 pacientes que desarrollaron la enfermedad metabólica, 1.449 llevaban un tratamiento intensivo y a los 1.300 restantes se les había indicado una terapia más moderada.
Por otro lado, los investigadores también observaron que el riesgo de problemas graves de corazón era significativamente más bajo en el grupo de pacientes que tomaba altas dosis de estatinas al día, lo que confirma el papel protector de estos fármacos.
En ese sentido, los investigadores reclaman más estudios al respecto que cuantifiquen los beneficios netos para los pacientes que siguen este tratamiento. Mientras tanto, sugieren que "los especialistas deberían vigilar el posible desarrollo de diabetes" en este grupo de enfermos.
Futuros trabajos, insisten los autores, deberán dilucidar los mecanismos que están detrás de esta relación, analizar si existe algún grupo de pacientes con un riesgo especialmente elevado y hasta qué punto pueden afectar los problemas metabólicos a la salud global de enfermo en tratamiento con estatinas.
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