jueves, 8 de diciembre de 2011

¿Tendrían que tomar las aproximadamente 95.000 monjas de la Iglesia católica la píldora anticonceptiva por motivos de salud?

¿Tendrían que tomar las aproximadamente 95.000 monjas de la Iglesia católica la píldora anticonceptiva por motivos de salud?
Al parecer, las religiosas católicas se encuentran en el grupo de mujeres con más probabilidades de morir de cáncer de mama, ovario o útero, que aquellas que tienen hijos. La revista The Lancet sugiere que las monjas deberían tomar esas pastillas, puesto que «reducen la mortalidad». Así lo piden en la mencionada publicación la doctora Kara Britt, de la Universidad de Monash (Melbourne, Australia), y el profesor Roger Short, de la Universidad de Melbourne, Australia.
La ausencia de embarazo y de lactancia es la causa de que las mujeres sin descendencia tengan más reglas que las que han procreado, y sería también el fundamento, según estos científicos, de que aumente el riesgo de cáncer. Cualquier factor que incentive el número total de ciclos, se tengan o no se tengan hijos, potencia el riesgo de cáncer. Por ejemplo, el haber pasado la pubertad antes de la edad habitual, o la menopausia más tarde de lo que suele ser la regla común. Factores adicionales que reducen el riesgo de cáncer, añadido al de tener hijos, serían el haberlos parido en edad joven, el tener varios y el haber dado el pecho.
Britt y Short dan por demostrado que la mortalidad media en las mujeres que usan la píldora es un 12% más baja que en las que no nunca la han usado. El riesgo de desarrollar cáncer de ovario y de endometrio es de un 50 a un 60% menor en las usuarias de anticonceptivos que en las no usuarias. Esa protección persiste durante 20 años, lo que patentizaría un claro beneficio a largo plazo. Britt y Short mencionan que, como cualquier otro medicamento, la píldora no está exenta de inconvenientes. Una muestra: al combinar estrógenos y progesterona aumentan los tromboembolismos.
Los autores de The Lancet afirman: «La Iglesia católica condena toda forma de contracepción, siguiendo las indicaciones de Pablo VI en la encíclica Humanae Vitae (1968). Pero aunque la Humanae Vitae no menciona a las monjas, deberían quedarse al margen de la normativa general sobre la píldora, ya que la misma Humanae Vitae acepta "los medios terapéuticos necesarios para curar enfermedades orgánicas, aunque tengan un efecto anticonceptivo". Si la Iglesia católica dejara el uso de la píldora anticonceptiva a libre disposición de las monjas, se reduciría el riesgo de esas pesadas plagas, los cánceres de ovario y útero, y se reconocería su difícil situación».
Según la agencia Reuters, el médico italiano Bernadino Ramazzini, en 1713, fue el primero que puso sobre la pista de la mayor incidencia de cáncer de pecho en las monjas.
Ya una investigación de 2010, publicada en el British Medical Journal, concluía que las mujeres que tomaban la píldora anticonceptiva aumentan la esperanza de vida; en concreto reducían los factores de riego para el cáncer y las enfermedades del corazón

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