jueves, 29 de diciembre de 2011

Trangenicos modificacion del ADN de las plantas

Viajamos a este país por una invitación de Agrobío Colombia. Se trataba de sumergirnos en el mundo de los transgénicos u organismos genéticamente modificados (OGM), como se conocen en el mundo científico, para conocer de cerca una de las experiencias más exitosas en la producción de alimentos y biocombustibles genéticamente tratados.
Brasil es la principal potencia suramericana en esta materia. Es el segundo productor de transgénico en el mundo, después de Estado Unidos, y su economía agrícola se nutre en un alto porcentaje de semillas y plantas tratadas en su ADN. Hoy, este país, que tiene cerca de 850 millones de hectáreas, cuenta con 25,4 millones de cultivos transgénicos, mientras que Estados Unidos tiene 66 millones y Argentina 22 millones.
Soya, maíz, algodón y canola son las especies que se han desarrollado con mayor fuerza en este país. Son productos que tienen una gran fuerza en el mercado y sería imposible para el consumidor saber cuál ha sido elaborado con éste método.
“No todos los transgénicos son buenos ni todos son malos”. Con esta frase arrancó la inmersión en este mundo donde, mediante pruebas de laboratorio, se logra que una planta incremente su producción; sea más resistente a plagas, hongos y malezas; pueda crecer en zonas inundadas o desérticas y –uno de los elementos más criticados de los OGM– tenga una marca y sea propiedad de una de las pocas empresas que se dedican a la investigación y producción de especies genéticamente tratadas, a lo que se le ha llamado biotecnología.
¿Y qué es la biotecnología? Está definida como el conjunto de técnicas, procesos y métodos que utilizan organismos vivos o sus partes para producir una amplia variedad de productos. En términos generales, se trata de la manipulación genética de las especies con el fin de transferir características de un organismo a otro.
Ventajas y riesgos de los OGM
Sobre las ventajas y desventajas de los transgénicos, se han desatado interminables debates: científicos, sociales y ambientales. Muchos son los argumentos de un lado y del otro. Los más radicales defensores de los OGM argumentan que con ellos se podría cubrir la demanda alimentaria que amenaza con convertirse en el peor enemigo de la humanidad en un futuro próximo, dicen que científicamente no se ha podido comprobar que consumir transgénicos tenga riesgos para la salud humana, además, sostienen que con estas técnicas agrícolas se reducen los costos de producción porque se reducen los químicos (fertilizantes, fumigantes y fungicidas) que la agricultura tradicional utiliza.
Del otro lado se encuentran los opositores a los transgénicos. Ellos advierten que el principal riesgo de esta clase de cultivos es el daño ambiental que producen. Según Ana Primavesi, agrónoma de profesión y especialista en agricultura orgánica, los transgénicos son una política de avestruz, es decir, una forma de esconder la cabeza para no ver el verdadero problema.
Primavesi argumenta que, “por ejemplo en la soya, los agricultores tienen el problema de una maleza denominada la “lecherita”, que es una Euphorbiacea que aparece en gran cantidad en los cultivos. Para combatirla se creó la soya RR (Roundup Ready), que permite la aplicación del Roundup para matar la “lecherita” y el cultivo de soya queda limpio. Pero la “lecherita” es un indicador de deficiencia de molibdeno, el Roundup no fertiliza el suelo con molibdeno, sólo mata al mensajero que nos dice que el molibdeno es deficiente. Entonces, ellos no están resolviendo nada”.
Por otra parte, advierten que la plantación de estos monocultivos y la utilización indiscriminada de los químicos, a los cuales son resistentes ciertas clases de OMG, matan la diversidad de los suelos, lo cual produce un deterioro de los ecosistemas.
Brasil y los transgénicos
De São Paulo viajamos a Campinas, una ciudad cercana donde se encuentra uno de los centros de biotecnología más importantes de Brasil. Un lugar donde científicos y agricultores se dedican a investigar especies, plagas y todo cuanto implica el nacimiento y desarrollo de las plantas. Allí se trabaja con caña de azúcar, soya y maíz, entre otras. Se hacen pruebas de laboratorio, se investigan las composiciones genéticas de distintas variedades y se prueban fertilizantes y plaguicidas.
Después nos internamos en los inmensos cultivos de trigo, maíz y soya del estado de Paraná. Allí nos encontramos con que a lo que los brasileños llaman campesinos son verdaderos empresarios del campo. Agrónomos, biólogos zootencistas y administradores agropecuarios que tenían diversas experiencias en el cultivo de especies transgénicas. La mayoría de estas experiencias se trabajaban desde grandes cooperativas de asociados que lograban extensísimas plantaciones de monocultivos, pero a pesar de eso todos utilizaban el mismo argumento para defender los OGM: con los transgénicos hemos bajados los costos de producción y aumentado las cosechas.
Por ahora no existe una verdad científica sobre los beneficios y los problemas de la biotecnología. Lo que sí se puede afirmar es que los transgénicos son una realidad en el mundo y que cada vez es más urgente que se dé un debate público sobre esta materia.

www.iberonat.com

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