Los tibicos son en realidad una asociación simbiótica de levadura y bacteria que se conoce desde hace mucho tiempo. En México el consumo de tibicos (hongos chinos) es muy popular. Se utiliza para preparar bebidas refrescantes como el tepache y como remedio medicinal. Se dice que la Madre Teresa de Calcuta fue promotora de su consumo y que ella los trajo a México. No creo que sea cierto, pues el tepache se consume en nuestro país desde épocas prehispánicas. También se dice que proceden del Tíbet, de ahí el nombre de tibicos.
Estos hongos tienen el aspecto de arroz, casi transparente. Su cultivo es realmente fácil, únicamente hay que poner una pequeña masa de tibicos en agua con piloncillo. Aunque se puede hacer con diferentes azúcares. El segundo mejor sustrato es la melaza, y aunque con ella se produce menos biomasa, es más barato producir un gramo de tibicos. Se dejan inmóviles por 24 horas. Generalmente se hace este procedimiento de una mañana a otra.
La protección de estos microorganismos se lleva a cabo mediante dos mecanismos; el antagonismo que impide la multiplicación de los patógenos y la producción de toxinas que impiden su acción patogénica. Este antagonismo está dado por la competencia por los nutrientes o los sitios de adhesión.
Mediante la inmunomodulación protegen al huésped de las infecciones, induciendo a un aumento de la producción inmunoglobulinas, aumento de la activación de las células mononucleares y de los linfocitos.
Las bacterias ácido-lácticas pueden colonizar transitoriamente el intestino y sobrevivir durante el tránsito intestinal, además, por su adhesión al epitelio, modifican la respuesta inmune local del hospedero.
Pruebas in vitro han demostrado el efecto de los probióticos en estados patológicos como diarreas, vaginitis, infecciones del tracto urinario, desórdenes inmunológicos, intolerancia a la lactosa, hipercolesterolemia y alergia alimentaria.
Alguno de estos beneficios se deben a su efecto probiótico. Los probióticos “son microorganismos vivos, principalmente bacterias y levaduras, que son agregados como suplemento en la dieta para restablecer la flora intestinal.
No obstante, no se ha comprobado este efecto en los tibicos, aunque es muy posible que puedan sobrevivir en el tracto digestivo gracias a la microbioglea, ya que la dextrana es muy resistente al efecto del pH.
Se dice que su ingesta es efectiva en:
Articulaciones: Alivia los reumas, artritis, dolores musculares.
Cabeza: Dolores de cabeza y migrañas.
Hígado: Mejora su función.
Músculos: Su efecto relaja y alivia las contracturas.
Obesidad: Acelera el metabolismo lípido.
Pulmones: Mejora bronquitis, tos, flemas y asma.
Riñones: Disminuye la posibilidad de cálculos.
Sangre: Baja el colesterol, ablanda las arterias endurecidas, regula la glucosa, disminuye la hipertensión y quita las hemorroides.
Estómago e intestinos: Evita el estreñimiento, aumenta el apetito. Ayuda a la digestión, cura los cálculos estomacales, remedia la diarrea.
Nervios: Sana dolores nerviosos, desaparece el herpes, cura el insomnio y los mareos.
Ojos: Rehabilita la potencia visual, desaparecen las cataratas.
Cabello: Reafirma su color natural original, desaparece canas y fortalece el cuero cabelludo.
Temperatura: Mantiene la temperatura del cuerpo, fresca en verano y más alta en invierno.
Cáncer: Previene en algunos casos y cura el de la piel.
Alcoholismo: Tomando con frecuencia, lo cura.
Es posible que los tibicos tengan realmente un efecto sobre la salud de las personas que lo consumen gracias a la respuesta inmune. Aunque... seguramente no son milagrosos.
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