Científicos de la universidad de Stanford detectaron radiactividad procedente de la catástrofe de Fukushima en atunes rojos ante la costa de Estados Unidos.
Los atunes pescados en agosto de 2011 ante la costa de California tenían una mayor carga de cesio 137 y cesio 134 que otros peces similares capturados tres años antes en las mismas aguas, según un artículo publicado hoy en la revista "Proceedings" de la Academia de las Ciencias de Estados Unidos (PNAS). En marzo de 2011, el tsunami que afectó a Japón llevó a que se liberaran y vertieran al mar grandes cantidades de radiactividad de la central atómica de Fukushima.
Según el equipo de investigadores de Standford liderado por Daniel Madigan, los valores medidos en los atunes están por debajo del límite de 100 becquereles por kilogramo de pescado establecido por el gobierno japonés. El científico Marc-Oliver Aust, del Instituto de Ecología Pesquera de Hamburgo, afirmó que la carga de cesio medida en Estados Unidos no constituye un peligro para el ser humano.
Una comida de pescado de 200 gramos supondría 0,064 microsieverts de cesio 134 y 137. Sólo a modo de comparación, un europeo medio está expuesto a diario a una dosis de 2.300 microsieverts sólo por la radiactividad natural.
Del atún rojo del norte del Pacífico se sabe que nace en aguas de Japón antes de emigrar a la costa de Estados Unidos. Madigan y su equipo compararon la carga radiactiva de 15 pescados capturados en agosto de 2011 con los de cinco del mismo tipo atrapados en 2008 y los de cinco atunes de aleta amarilla.
Sólo en los atunes rojos de 2011 se encontraron restos de cesio 134, que tuvo que proceder de la catástrofe de Fukushima. Los científicos abogaron por aprovechar el hallazgo para investigar a otros animales marinos que pudieron verse afectados por la catástrofe atómica.
Los atunes pescados en agosto de 2011 ante la costa de California tenían una mayor carga de cesio 137 y cesio 134 que otros peces similares capturados tres años antes en las mismas aguas, según un artículo publicado hoy en la revista "Proceedings" de la Academia de las Ciencias de Estados Unidos (PNAS). En marzo de 2011, el tsunami que afectó a Japón llevó a que se liberaran y vertieran al mar grandes cantidades de radiactividad de la central atómica de Fukushima.
Según el equipo de investigadores de Standford liderado por Daniel Madigan, los valores medidos en los atunes están por debajo del límite de 100 becquereles por kilogramo de pescado establecido por el gobierno japonés. El científico Marc-Oliver Aust, del Instituto de Ecología Pesquera de Hamburgo, afirmó que la carga de cesio medida en Estados Unidos no constituye un peligro para el ser humano.
Una comida de pescado de 200 gramos supondría 0,064 microsieverts de cesio 134 y 137. Sólo a modo de comparación, un europeo medio está expuesto a diario a una dosis de 2.300 microsieverts sólo por la radiactividad natural.
Del atún rojo del norte del Pacífico se sabe que nace en aguas de Japón antes de emigrar a la costa de Estados Unidos. Madigan y su equipo compararon la carga radiactiva de 15 pescados capturados en agosto de 2011 con los de cinco del mismo tipo atrapados en 2008 y los de cinco atunes de aleta amarilla.
Sólo en los atunes rojos de 2011 se encontraron restos de cesio 134, que tuvo que proceder de la catástrofe de Fukushima. Los científicos abogaron por aprovechar el hallazgo para investigar a otros animales marinos que pudieron verse afectados por la catástrofe atómica.
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