"Los reactores nucleares han alcanzado un estado de parada fría y, por tanto, podemos confirmar que el accidente está bajo control", aseguró ayer el primer ministro japonés, Yoshihiko Noda, para dar por acabado el suceso que ha tenido en vilo durante meses a millones de compatriotas, y a naciones que están a cientos de kilómetros de sus costas. Y añadió, en una comunicación emitida en directo para toda la nación: "Los reactores son estables, lo que soluciona una gran causa de preocupación para todos nosotros". La intención expresa de Noda ayer fue la de dar carpetazo a la crisis como tal para empezar con la siguiente fase del itinerario marcado, aquel que permita, en un futuro, devolver a los más de 150.000 evacuados a sus hogares. Sin embargo, la declaración oficial de "parada fría" calentó a numerosos expertos, activistas y a los propios evacuados, que no tardaron en aparecer en medios de comunicación en Japón y en todo el globo criticando esta proclamación por prematura e inexacta.
El concepto de parada fría, usado de forma común en el ámbito de la tecnología nuclear, no se puede aplicar en ningún caso a lo que sucede en los reactores descompuestos en Fukushima, como hizo Noda. Tanto es así que Japón ha inventado un eufemismo, "condición de parada fría", para referirse a esta meta que se habían marcado en el calendario. Sencillamente, porque lo que pueda ocurrir en Fukushima es una cosa bien distinta de lo estipulado en las biblias de la ingeniería atómica para referirse a reactores que funcionan normalmente.
"Los reactores son estables", dijo ayer Yoshihiko Noda en televisión
Por norma, parada fría es la situación que se da en una central al apagarla, y viene a ser sinónimo de "parada segura". El agua que enfría el núcleo del reactor está por debajo de los 100 grados, por lo general cercanos a la temperatura ambiental, y no hay riesgo de que se desencadene ni la fisión ni, por tanto, la liberación de materiales radiactivos al exterior.
Las autoridades que regulan la energía atómica en Japón y los técnicos de la empresa propietaria de Fukushima, Tepco, crearon esta definición paralela "condición de parada fría" para referirse a una situación relativamente estable, con una temperatura por debajo del punto de evaporación, pero en un escenario grave y en la que se siguen liberando materiales altamente tóxicos al entorno, tanto al mar como al aire.
"No puede ser lo mismo para un reactor en situación normal que para reactores deshechos como estos", explica el experto del Ciemat en fisión nuclear, Enrique González. "Como no partimos del mismo punto, nunca podremos llegar al mismo significado. Es sólo es una manera de decir que estamos en una situación algo más segura, que se ha dado un paso más en el proceso de estabilización de los reactores", resume González.
El concepto de 'parada fría' no se puede aplicar a la planta nipona
El agua de los reactores de Fukushima está por debajo de los 100 grados desde hace meses, en gran medida gracias al circuito cerrado de refrigeración puesto en marcha por los técnicos japoneses. De hecho, la primera vez que uno de los tres reactores accidentados rebajó esa temperatura clave fue el pasado agosto. Sin embargo, la ruta marcada por Tokio no exigía llegar a esta etapa hasta diciembre. Y así lo han anunciado. Pero las condiciones actuales de la central son las mismas que cuando se filtraron por accidente 45 toneladas de aguas contaminadas al mar, hace 12 días. O cuando se detectaron trazas de isótopos radiactivos de xenon, señal de un pequeño episodio espontáneo de fisión, a principios de noviembre. El ingeniero nuclear de la Universidad Politécnica de Madrid Eduardo Gallego cree que Japón se ha esperado hasta este momento para dar por cerrada la crisis para "cubrirse las espaldas". "Se podía haber dicho antes, pero cuanto más tarde, más cerca están de conseguir algo parecido a una estabilización en los reactores. Cada día que pasa es más difícil que nos llevemos un gran susto, pero no se pueden descartar tropezones", asegura Gallego.
Vasijas fundidas
"Ahora mismo los tres reactores están en niveles muy aceptables, a 45º, 71º y 67º, y el calor que se desprende cada vez va a ser menor", explica. No obstante, este experto considera que hay "una falta de nitidez" en las mediciones declaradas por Tepco y recogidas por Tokio: "Aseguran que son mediciones tomadas en el fondo de la vasija del reactor, pero la vasija está fundida, como nos dijeron hace unas semanas, y la mayoría del núcleo fundido ha caído hasta el suelo de hormigón", afirma Gallego. Aunque se fundieron las vasijas de los tres reactores que estaban en marcha en el terremoto, el núcleo del reactor 1 llegó a comerse más de medio metro del suelo de hormigón que aísla al reactor del temido síndrome de China.
Se siguen liberando materiales altamente tóxicos al entorno
Sin embargo, no se conoce realmente lo que ha ocurrido dentro de los reactores, y no se sabrá hasta que los técnicos logren llevar hasta el núcleo una cámara que muestre su verdadero estado. "Lo que tenemos son cálculos muy ajustados, desarrollados para analizar este tipo de situaciones, y el dato que se nos ha dado no es nada extraño para quienes manejan esos códigos. Está todo perdidito allí dentro, eso es seguro", resume Gallego.
Para el físico nuclear y activista de Ecologistas en Acción Francisco Castejón se ha declarado demasiado pronto la estabilización de los reactores. "Es muy difícil que se produzcan sustos internos, pero no se puede dar por terminada la crisis. Un nuevo terremoto nos devolvería a la situación de abril", advierte Castejón. Para este ecologista, Tokio no debería dar carpetazo a Fukushima hasta que los reactores tengan temperatura ambiental y hasta que sea posible entrar a ver el núcleo. En el accidente de la central de Three Mile Island, en 1973, tardaron 13 meses en poder hacerlo; en el caso de Fukushima han pasado nueve.
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sábado, 17 de diciembre de 2011
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