El cigarro tiene por lo menos cien sustancias químicas que pueden causar daños a la salud de los consumidores, sobre todo los catalogados como cancerígenos, advirtió Esther Arcos Serrano, investigadora del Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred).
Al participar en la Octava Semana de Seguridad de la Facultad de Ciencias Químicas de la BUAP, con la conferencia “toxicidad de las sustancias químicas”, advirtió a los estudiantes que la autoprotección no sólo está en el manejo adecuado de sustancias altamente toxicas que se manejan en los laboratorios, sino también en el cuidado de lo que se consume.
Puso como ejemplo el cigarro, que de acuerdo a estudios contiene, en primer lugar, nicotina que es la causante de la adicción, le siguen los alcaloides, ácidos, metales pesados, amoniaco, monóxido de carbono, entre otros, que en una buena parte son cancerígenos.
Otro de los productos es el alcohol, una sustancia química que causa daño, es flamable, no es un alimento, puede provocar la muerte de neuronas, el cuerpo no puede procesar fácilmente sus componentes y se ve forzado a hacerlo.
La investigadora explicó a los futuros químico-farmacobiólogos el proceso que tiene de cada uno de los componentes químicos en el cuerpo, síntomas y efectos, con la intención de desarrollar conciencia, porque dijo “cuando lo que hace daño se conoce ya no se consume o se hace con moderación”.
Al tratar el tema de los laboratorios de las empresas y en los que realizan sus prácticas e investigaciones los estudiantes de Ciencias Químicas, donde se manejan productos que son peligrosos, la investigadora del Cenapred puso énfasis en el respeto a las medidas de seguridad.
Los jóvenes “piensan que a ellos nunca les va a pasar nada y no se colocan la careta, bata o cubrebocas cuando la realidad es que nadie está exento de sufrir algún accidente, ya sea en el laboratorio de prácticas o donde desarrollan su actividad laboral”.
Arcos Serrano quien participa en la conformación del Atlas de Riesgos Químico-Tecnológicos, reconoció que su elaboración no ha sido un trabajo sencillo, ya que primero se tuvo que investigar sobre los productos tóxicos de alto riesgo que se manejan en el país y determinar en qué municipios.
Posteriormente se buscó enlazar a las empresas que los manejan con las direcciones de protección civil estatales y municipales, con el fin de conocer los planes de contingencia y actuar de forma conjunta ante cualquier desastre que requiera evacuar a la población y evitar posibles riesgos.
Como punto de partida se analizaron los programas de prevención de accidentes químicos que las empresas que manejan productos peligrosos tienen que entregar a la Secretaria de Medio Ambiente y Recursos Naturales.