La figura de Luis Mayol en el ministerio de agricultura viene a confirmar un modelo que el actual gobierno del presidente Sebastián Piñera pretende consolidar. Luis Mayol es un personaje que desde la sociedad nacional de agricultura y de su rol en la empresa de insumos agrícolas Copeval ha sido coherente con el paradigma productivo que sustenta la actividad agroindustrial, donde el establecimiento de monocultivos, la sobre explotación de recursos naturales finitos, el uso intensivo de agrotóxicos y fertilizantes químicos, el acaparamiento del agua y la negación de las pequeñas economías y la agricultura familiar campesina son pilares fundamentales del negocio.
Frente a este modelo quienes no tienen las capacidades financieras para competir, están obligados a ceder y dejarse absorber por las promesas de prosperidad ancladas al endeudamiento. Cuando la agricultura es un medio más para ampliar mercados de consumo, su rol societario fundamental pierde sentido, porque como todo negocio, se justifica por la rentabilidad y no por su deber ser que es proveer de alimento seguro y saludable a cada ser humano, atendiendo a sus necesidades en pertinencia con las capacidades productivas de cada región para estos fines.
Cuando Mayol desconoce los cientos de Dossier, estudios, análisis y declaraciones de la comunidad científica que alertan sobre las inciertas consecuencias derivadas del consumo de alimentos transgénicos, cuando existe un cúmulo de evidencias que constatan la contaminación de la biodiversidad endémica y que ya ha tenido un impacto negativo en las importaciones de miel Chilena a Europa y en la pérdida progresiva del maíz nativo en México, (a pesar de las advertencias incluso del relator de la ONU en temas alimentarios Oliver de Schutter sobre la necesidad de erradicar del país azteca los cultivos de maíz transgénico), cuando el costo humanitario de la producción de VGM se endosa a las comunidades aledañas a los predios fumigados con agrotóxicos, perpetuando un lastre productivo que deriva en malformaciones congénitas, cáncer y abortos, cuando nueve países de la comunidad Europea establecen medidas restrictivas a los cultivos de maíz MON 810 de Monsanto y nuestros vecinos de Perú optan por la Moratoria a los VGM (a pesar de las presiones de la organización mundial del comercio), cuando a pesar de todos estos antecedentes el actual ministro prefiere oír solo el discurso que tiene en su cabeza, confirmamos que la capacidad de dialogar no es posible cuando los dogmas son más poderosos que las evidencias concretas.
Es cierto que Mayol es un buen funcionario, un personaje capaz de asumir los desafíos y deberes impuestos por las industrias semilleras a nuestro gobierno, porque la soberanía no es tema cuando las leyes de mercado privilegian las relaciones comerciales y el monopolio disfrazado jurídicamente bajo el resquicio de "propiedad intelectual". La multinacional Monsanto ha encontrado en el ministerio de agricultura Chileno un buen nicho para expandir sus falsas promesas obviando claramente su pasado delictivo, genocida y ecocida, el resto de la historia debe ser escrita por cada ciudadano de este país en la responsabilidad que le compete por asegurar un futuro mejor para las próximas generaciones.
www.iberonat.com