La fiebre nuclear se enciende en Asia. Mientras Arabia Saudita se alista para adquirir armas atómicas, impulsada por el temor de los alcances militares de Irán e Israel en materia nuclear, Pakistán e India buscan comprar uranio a Australia, que acaba de revocar un veto a la venta de este mineral a países no signatarios del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP).
Las sospechas que despertó el último informe de la Agencia Internacional para la Energía Atómica (AIEA), según el cual el programa nuclear iraní tendría fines militares, detonó la carrera nuclear en el continente. En palabras de Walter Laqueur: “Puede darse por descontado que, frente a un Irán nuclear, sus vecinos, incluyendo a Arabia Saudita y otros se harán con tales armas y si no pueden fabricarlas las comprarán”.
El subsecretario de Asuntos Exteriores de Arabia Saudita, Turky Bin Saud, afirmó que Irán intenta conseguir armas atómicas que amenazan la estabilidad regional e internacional y criticó a Israel por no firmar el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) y contar con cerca de 300 bombas atómicas no declaradas.
Ante la amenaza de los alcances militares de Irán e Israel, el príncipe saudí Turki al-Fayça, anunció que su país, que construirá 16 reactores para uso civil en los próximos 20 años, buscará ahora armarse con material nuclear.
Pakistán, vecino de Irán, tiene alrededor de 60 armas nucleares, no ha firmado el TNP y también acelera su desarrollo nuclear. Sus relaciones con EE.UU. —aliado en la guerra contra el terrorismo— se han ido al piso este año, al punto en que el gobierno paquistaní reconsidera los acuerdos militares alcanzados con EE.UU., entre ellos cuestiones de seguridad nacional, como su programa de energía atómica. El manejo que los paquistaníes le den a su arsenal nuclear y la posibilidad de que éste caiga en manos de islamistas radicales, mantienen la preocupación en Washington. Sin embargo, el gobierno paquistaní asegura que las armas están bajo la jurisdicción del primer ministro, jefe máximo del Comando y Autoridad de Control.
Mientras tanto, Pakistán acelera la carrera armamentista que mantiene con India, su rival tradicional que también tiene capacidad nuclear y no firmó el TNP. Después de que el fin de semana Australia (que exporta uranio a China, Japón, Taiwán y EE.UU.) revocara el veto a la venta de uranio a la India, el gobierno de Pakistán dijo que si se revoca la prohibición a países no signatarios del TNP, espera que la medida se aplique “de la misma forma a Pakistán”.
Se espera que Camberra, que hasta ahora no se pronuncia sobre la solicitud de Islamabad, haga acuerdos bilaterales con India respecto a las garantías sobre el uso del uranio con fines pacíficos. Pero es claro que India tiene arsenal nuclear. El 1° de diciembre probó un misil (el Agni I), con capacidad de impactar a 700 km de distancia, que está incorporado a sus Fuerzas Armadas y se contempla como una posible defensa contra Pakistán. En febrero se probará el Agni V, que tendrá un alcance intercontinental de cinco mil kilómetros y se incorporará al arsenal nuclear en 2014, con lo cual la nación ingresará al club de países poseedores de misiles intercontinentales, hasta ahora integrado por EE.UU., Rusia y China.
Las múltiples acusaciones que recibe Irán de EE.UU. e Israel, que hacen mucho ruido, pero carecen de evidencia suficiente sobre el desarrollo de armas atómicas en el país persa, han sembrado el temor suficiente para cambiar el panorama regional y generar nuevas amenazas de una catástrofe mundial.