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lunes, 26 de diciembre de 2011

Las plantas cuentan con su vacuna

En el suelo, igual que en sistema digestivo humano, conviven bacterias patógenas, es decir, que si se desequilibran pueden ocasionar enfermedades, y también microorganismos positivos. Los hongos microrrícicos son de los buenos. La bióloga María del Carmen Jaizme Vega ha dedicado su carrera en el Instituto Canario de Investigaciones Agrarias (ICIA) de Valle Guerra a estudiar cómo estos hongos condicionan la salud y la fertilidad del suelo y su efecto en cultivos tropicales como el plátano. La labor que desarrolla en este centro de La Laguna ha sido premiada en multitud de ocasiones y es seguida con interés por universidades y científicos de toda Latinoamérica.
Los hongos están en el suelo desde que existen las plantas, hace 425 millones de años. Sin embargo, no es hasta el siglo XIX cuando se describen por primera vez. Hace 40 años, algunos científicos comenzaron a notar que los hongos microrrícicos, que viven dentro de la raíz de las plantas, eran beneficiosos para la actividad agrícola. Su simbiosis con los vegetales es tan importante que, sin los hongos, las raíces no pueden desarrollarse de forma natural.
Jaizme Vega comenzó a estudiar estos microorganismos en los sistemas de cultivo canarios y, en especial, su aplicabilidad para las plantas tropicales. Su tesis se centró en plataneras, piña tropical, papaya y aguacate. Más adelante, su trabajo se extendió al tomate y, en plena crisis de las vacas locas, a principios de los 90, consiguió una subvención para experimentar también con la aplicación de hongos a los cultivos de tagasaste y tedera para forraje.
En la actualidad, investiga en paralelo la aplicación biotecnológica de las microrrizas en palmeras canarias y variedades tradicionales de tomate. "Lo que hacemos es inocular un hongo positivo que está en el suelo en las plantas antes de ponerlas en el campo. Las dotamos de una especie de vacuna, que las va a ayudar a tomar con más efectividad el fósforo y el agua del suelo, a tener más resistencia para protegerse del estrés de tipo abiótico, ya sea por metales pesados o salinidad o contaminaciones, y también del biótico, como las enfermedades de raíz", detalla la doctora Jaizme Vega.
Su labor fue premiada en Ecuador, en 2008. En 1996, fue galardonada en España por su trabajo sobre cómo combatir a los nemátodos, unos gusanos microscópicos, que causan muchas pérdidas en los cultivos de tomate y platanera, a través de esta vacuna de hongos. Según explica la bióloga, los gusanos son amenaza muy seria en Canarias. "Cuando un suelo se reutiliza de manera machacona y se queda sin materia orgánica, esos gusanos entran con mucha facilidad. De hecho, el mayor mercado de nematicidas de toda España es Canarias", apunta.
La normativa europea restringe cada vez más el uso de pesticidas químicos en los cultivos. Esto ha propiciado que los principales fabricantes hayan dado un vuelco de timón hacia productos más ecológicos que ofrezcan soluciones a la industria agrícola. Y ahí, la investigación de esta científica cobra un destacado lugar.
"Con mi trabajo no he inventado nada. Lo que hago es concienciar a los agricultores de que en el suelo hay un potencial muy grande y que la biodiversidad hay que protegerla. En los bosques, las plantas se alimentan a través de microorganismos. Pero la agricultura es un sistema un tanto perverso que rompe ese equilibrio. Primero ponemos monocultivos, alejando la biodiversidad, no empleamos materia orgánica para enriquecer el suelo, no tenemos en cuenta las rotaciones, se queman los rastrojos... Todo esto hace que el suelo se quede totalmente desprotegido", según advierte.
Proyección
Jaizme Vega nació en Gran Canaria pero reside en Tenerife desde que comenzó a cursar su carrera en la Universidad de La Laguna, en 1966. Doctorada en Biología, entró como becaria en el ICIA en 1982 y cuatro años más tarde consiguió la plaza como funcionaria de carrera. En 1992, leyó su tesis sobre los hongos microrrícicos en cultivos tropicales.
El enfoque de su investigación aplicada hacia la agricultura es compartida solo por otro investigador de Barcelona. "Mi suerte, o más bien mi circunstancia, es que he trabajado en plataneras, que es nuestro monocultivo más importante y también de mucha relevancia en Latinoamérica". Así explica la científica que un trabajo pionero como el suyo tenga más repercusión en el exterior.
En la actualidad, Jaizme Vega ocupa también la secretaria de la Sociedad Española de Agricultura Ecológica. Según relata, recitementemente participó en un congreso dedicado a analizar el efecto de los transgénicos sobre la flora benéfica del suelo, las microrrizas.
En este campo, la bióloga del ICIA acaba de finalizar un estudio que revisa, desde un punto de vista teórico, la bibliografía publicada sobre el tema. Los transgénicos le interesan "mucho". "Son el futuro y ya está tocando a nuestra puerta", explica.
Desde su especialidad ha analizado qué pasa con un organismo modificado genéticamente cuando se encuentra una zona del suelo con microbiota útil, buena. "Es un trabajo algo incómodo, porque hoy por hoy la tendencia es a investigar a favor o en contra de los transgénicos. Hay poco debate", asevera. La conclusión a la que ha llegado avisa del efecto que tiene sobre la vida en el suelo este tipo de plantas: "La tierra no queda igual después de los transgénicos".
Canarias se declaró hace dos años como comunidad libre de transgénicos. Oficialmente, en las Islas está prohibo plantarlos aunque se permite su entrada como forraje para alimentar al ganado. De hecho, la científica asegura que en la Cooperativa La Candelaria se vende millo transgénico. "No está permitido cultivarlo, pero la realidad es que se hace y esto está provocando que el polen transgénico que se libera en el ambiente contamine el tesoro que tenemos en variedades autóctonas".
Además, Jaizme Vega critica que se incumpla la normativa de trazabilidad, ya que los consumidores no son informados en el etiquetado de que esas carnes fueron alimentadas con transgénicos.
Aunque esto no pertenece estrictamente su área de investigación, la bióloga admite tener preocupación por los resultados obtenidos por colegas suyos como Eric Seralini, experto de la Comisión Europea en transgénicos, sobre el efecto que puede tener para la salud el consumo de millo modificado genéticamente.
"Seralini dio una charla espeluznante en Madrid en la que expuso las consecuencias de alimentar con transgénico a unas ratas. Sin bien es cierto que no las estudió inmediatamente después de comer millo modificado, sino pasado un tiempo, observó que todos los roedores habían desarrollado enfermedades en sus órganos ", precisa. Además, critica que, respecto a estos cultivos, "pase lo mismo que con el cambio climático, que hasta hace poco era una cuestión más de política que de ciencia".