Se la podría considerar como una suerte de lamparita de neón natural, una forma de arte, un hallazgo de la bioingeniería o simplemente una combinación de todo esto, según las conclusiones de la investigación publicada en la revista Nature.
Para armar esta “lamparita bactérica” los científicos modificaron bacterias del tipo Escherichia coli, de modo que produjeran una proteína fluorescente sincronizada con su reloj biológico.
Luego sincronizaron las miles de bacterias de cada colonia encerrada dentro de cada biopixel y finalmente todas las colonias para hacerlas brillar al mismo tiempo.
Utilizando el mismo método los investigadores sintetizaron una simple bacteria capaz de medir el nivel de arsénico presente en el agua; su titilar y su frecuencia indican la presencia y concentración del veneno.
Por ejemplo, para construir biosensores bactéricos de bajo costo capaces de identificar una vasta gama de metales pesados y sustancias contaminantes.
Los científicos creen que, a futuro, el resultado de las “lamparitas titilantes” podría abrir el camino a una nueva generación de sensores que, a diferencia de los actuales, podrían monitorear una muestra en forma continua y por largos períodos, facilitando las investigaciones.
“Estos sensores vivientes son intrigantes pero pueden servir como un sistema de control continuo de una muestra dada, cuando la mayoría de los kits de detección actuales se usan para la medición una sola vez”, explicó el biólogo de la UCSD Jeff Hasty.
Modulando el modo en que titilan, las bacterias fluorescentes son capaces de responder de modo distinto a las diferentes concentraciones de cada sustancia, proporcionando de este modo una actualización continua de la información.