martes, 26 de abril de 2011

Salud en tu terraza

De hecho, muchas hierbas prosperan en medio
de cierta negligencia y, cuanta menos agua reciben, más fuertes son sus
compuestos medicinales. En la mayoría de casos, no hay necesidad de fertilizar
y es muy fácil prepararlas para infusiones o tinturas.



Romero



Muy recomendable para disponer de una buena memoria. Los eruditos del pasado lo
llevaban como corona para estimular su cerebro con el aroma. En 1998, un
estudio realizado por la Universidad de Miami probó que 40 adultos expuestos
durante tres minutos al aroma de romero mostraron mayor agudeza mental y
resolvieron los problemas de matemáticas más rápidamente que antes de la sesión
de aromaterapia.



A esta planta mediterránea le gusta el sol y la tierra bien drenada. Si los
inviernos son muy fríos, es preferible plantar el romero en una maceta y
colocarla en el interior, aunque también está probado que es bastante
resistente a las bajas temperaturas del norte de España. Lo más sencillo es
iniciar su cultivo con una pequeña planta o un esqueje.



Para crear nuestra propia aromaterapia, sólo hay que hervir despacio una taza
de hojas de romero en dos litros de agua y dejar que el olor se disperse por la
casa cuando necesitamos concentrarnos en una tarea intelectual. También se
puede hacer infusión añadiendo una o dos cucharaditas de romero a una taza de
agua hirviendo. Se deja reposar durante cinco minutos, se cuela, se agrega un
chorrito de jugo de limón y a disfrutar. Por supuesto, el romero también puede
ser condimento de guisos y asados.



Hinojo



Se trata de un calmante digestivo y no es una coincidencia que los restaurantes
indios coloquen en la mesa pequeños recipientes de semillas de hinojo para
masticar después de la cena. Su ingrediente activo es el anetol, que relaja los
músculos del estómago y facilita la digestión. Ya los antiguos romanos alabaron
sus propiedades curativas, como el científico Plinio el Viejo, que enumeró 22
usos médicos del hinojo.



Su cultivo es fácil a partir de las propias semillas y alcanza hasta 2 metros
de altura. Le encanta el sol y el suelo seco y rico. Las semillas se plantan a
principios de abril y se cubren ligeramente con tierra.



Cuando la planta ha crecido se recogen las semillas de las flores. Se pueden
machacar con un mortero, utilizar frescas o secas y añadir dos cucharaditas a
una taza de agua hirviendo. Se deja reposar durante diez minutos, se cuela y se
toma después de cada comida para mejorar la digestión. Si no se quieren comer
directamente, también se pueden espolvorear semillas de hinojo en la masa pan y
galletas. Y por supuesto, el bulbo de hinojo, que también contiene los aceites
antiespasmódicos, es delicioso agregado a guisos y sopas.



Menta



La menta es otra planta popular que facilita la digestión y alivia los espasmos
estomacales. Los estimulantes del sistema nervioso que contiene, como el
mentol, estimulan la energía de manera más suave que la cafeína. Otros
contribuyen a la agilidad mental al preservar la acetilcolina, un
neurotransmisor esencial para la memoria y el aprendizaje. La menta también
estimula el flujo sanguíneo, de ahí su reputación para elevar la sensualidad.



Se puede cultivar a partir de semillas, pero resulta más fácil hacerlo a partir
de una pequeña planta. Crece profusamente en casi todo tipo de condiciones,
aunque prefiere la tierra húmeda y fresca. Para evitar que invada todo el
terreno, se recomienda plantarla en una jardinera.



Las hojas se pueden masticar directamente, añadir a las ensaladas, espolvorear
picadas sobre los platos de pasta o destinarlas a infusiones.



Aloe Vera



Eficaz para calmar cortes y quemaduras. Los antiguos egipcios, griegos y
romanos ya alababan la capacidad del aloe vera para curar heridas y aliviar la
picazón en la piel. Actualmente también se usa para el tratamiento de las
ampollas del herpes, heridas y quemaduras. Su eficacia se debe a las sustancias
que bloquean la producción de prostaglandinas que promueven la inflamación. En
estudios de laboratorio, la planta se ha demostrado que inhibe las histaminas
(fuente de picazón). También contiene bradykininase, que alivia el dolor y
reduce el enrojecimiento y la inflamación.



Para cultivarlo hay que hacerse con primera planta que, al final de su primer
año dispondrá de cinco o seis pequeñas plántulas que se convertirán en nuevas
plantas al separarlas de la planta madre y replantarlas. El aloe no necesita
mucha agua ni cuidados. Eso sí, prefiere el clima cálido y crece mejor si se
traslada al interior antes cuando la temperatura cae por debajo de 40 grados.



Dentro de cada hoja de aloe se encuentra el gel transparente que funciona como
un bálsamo. Un tiesto en la ventana de la cocina resulta conveniente para tener
a mano el alivio a posibles quemaduras o cortes. Sólo hay arrancar una hoja,
abrirla y esparcir el gel en la zona afectada. También se puede mezclar una
cucharada de gel de aloe con un par de gotas de aceite de lavanda para una
solución especialmente aromática.



Lavanda



Se recomienda para aliviar el insomnio. En un estudio de 1995, investigadores
británicos comprobaron que la fragancia de la lavanda esparcida por las
habitaciones en asilos de ancianos funcionaba igual de bien que los
medicamentos para dormir. Los pacientes no sólo caían dormidos más rápidamente,
sino que además dormían con mayor tranquilidad. "La lavanda tiene un
efecto sedante sobre el sistema nervioso central y libera la tensión
muscular".



Al igual que el romero, la lavanda es una planta mediterránea. Le gusta el sol
y el suelo seco y rocoso que le obligarán a luchar un poco. Es lenta para
germinar, por lo que en lugar de plantar la semilla, lo mejor es adquirir una
planta o un esqueje e introducirlo en tierra ligera para que enraíce. Se debe
plantar al aire libre y puede crecer bien en una maceta o en el suelo. Hay que
regarla bien hasta que se consolide y durante el calor del verano, pero sin
exagerar porque a la lavanda no le van bien las raíces empapadas, si bien
algunos tipos crecen bien en climas lluviosos.



Florece cada primavera y cuando las flores se abren, se cortan con sus tallos,
se atan en manojos pequeños y se cuelgan boca abajo en un lugar seco y apartado
de la luz solar directa. Dependiendo de la temperatura y la humedad, las flores
se secan en dos a cuatro semanas. Una vez secas, se introducen en bolsitas de
muselina y se colocan dentro de la funda de la almohada.




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