Todos sabemos que las personas con sobrepeso tienen más posibilidades que el resto de sufrir un problema de corazón. Los kilos de más no son buenos compañeros y aumentan el riesgo de diabetes, hipertensión o hipercolesterolemia, entre otros factores. Pero parece que tener un cuerpo delgado no siempre es un seguro de salud cardiaca, según ha demostrado una investigación con participación española. Sus autores acaban de identificar una alteración genética asociada a la delgadez que, sin embargo, también aumenta el riesgo de padecer problemas ligados a la obesidad, como la diabetes tipo 2. La mutación afecta mayoritariamente a los varones.
"Pensábamos que sólo la gente obesa tenía un mayor riesgo de padecer problemas metabólicos o cardiovasculares, pero hemos visto que no, que también en los delgados puede existir esta predisposición", explica Belén Peral, una de las firmantes del trabajo e investigadora del Instituto de Investigaciones Biomédicas Alberto Sols -centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universidad Autónoma de Madrid-.
Este equipo de científicos se encontró con esta paradójica -"y sorprendente"- alteración al revisar el ADN de más de 75.000 individuos en busca de variantes génicas que estuviesen relacionadas con las probabilidades de acumular un mayor o menor porcentaje de grasa corporal.
Lo primero que les llamó la atención es que esta región cromosómica, situada cerca del gen IRS1, se asociaba fuertemente con tener una menor grasa corporal, especialmente en hombres. Esta misma zona del genoma había sido previamente relacionada con un mayor riesgo de sufrir enfermedades metabólicas, lo que llevó a estos autores a estudiar más a fondo su papel en el organismo.
Un análisis pormenorizado confirmó estos datos y puso de manifiesto que IRS1 estaba ligado, entre otros problemas, a la presencia de mayores niveles de colesterol y azúcar en sangre.
La clave de la 'barriga cervecera'
Aunque no han podido determinar por qué un gen relacionado con la delgadez es capaz de aumentar el riesgo cardiovascular, los investigadores sugieren en las páginas de la revista 'Nature Genetics' que quienes portan la variante en el gen IRS1 podrían tener alterada la capacidad para almacenar la grasa en el tejido adiposo subcutáneo. Según su hipótesis, la grasa se acumularía principalmente en el tejido adiposo que rodea a las vísceras.
Tal y como explica Peral, cuando el depósito graso aumenta de tamaño, los lípidos sobrantes se 'escapan' por el torrente sanguíneo y se acumulan alrededor de las vísceras, lo que perjudica el funcionamiento de los órganos y desencadena la alteración de distintos procesos metabólicos.
"Esta circunstancia explicaría, al menos en parte, por qué muchos varones en general delgados acumulan más tejido adiposo en la barriga y tienen más riesgo metabólico y cardiovascular", subraya la investigadora del CSIC.
La investigación, asegura esta especialista, continuará en el futuro analizando nuevas características bioquímicas y clínicas de los individuos analizados. Uno de los objetivos, que perseguirá su equipo, será analizar si la expresión génica que se ha observado en el citado trabajo tiene algún impacto a nivel proteico.
En el estudio están implicadas un total de 72 instituciones académicas, entre las que también destaca el equipo de José Manuel Fernández-Real, jefe de la sección de Diabetes del Hospital Josep Trueta de Girona y miembro del Centro de Investigación Biomédica en Red-Fisopatología de la Obesidad y la Nutrición (CIBERobn). Desde hace años, Fernández-Real y Peral trabajan codo a codo en estudios de obesidad.
El trabajo también permitió identificar otro gen ligado a la obesidad que nunca antes había sido identificado, el SPRY2, cuya presencia se asoció con un mayor porcentaje de grasa corporal en individuos de ascendencia europea; y confirmó la influencia en la obesidad de un antiguo conocido de los investigadores, el gen FTO.
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