El fuego bacteriano de las rosáceas ha sido detectado por primera vez en la Comunidad Valenciana en varias fincas de árboles frutales de Villena. Concretamente en doce hectáreas de perales y manzanos repartidos por diversos puntos del término municipal. Plantaciones que ya han sido arrancadas y quemadas, tal y como establece de forma obligatoria el programa nacional de erradicación y control del fuego bacteriano de las rosáceas. Además, este mismo mes la Conselleria de Agricultura ha publicado una orden en el Diario Oficial de la Comunitat Valenciana por la que se aprueban las bases de las ayudas indemnizatorias.
Esta enfermedad la causa la bacteria llamada "Erwinia amylovora", un organismo de cuarentena en la Unión Europea que destruye por completo a las especies de la familia de las rosáceas entre las que se encuentra el peral, el manzano, el membrillero, el níspero japonés y el europeo así como algunas plantas ornamentales y silvestres. Ocasiona daños muy graves dando la sensación a simple vista de que la planta ha sido quemada, de ahí el nombre de fuego bacteriano. Puede producir la muerte del ejemplar infectado en apenas unas semanas, por lo que las pérdidas económicas que puede generar en las plantaciones son cuantiosas. A la tremenda voracidad de la bacteria se suma su enorme capacidad de propagación. Sin embargo, en la actualidad no hay tratamientos químicos eficaces que puedan combatirla y erradicarla. En caso de ser detectada la única alternativa es destruir la planta atacada en el menor tiempo posible para evitar el contagio de otros ejemplares. Un contagio que puede producirse por el traslado de plantas infectadas, los instrumentos de poda en verde, los insectos -especialmente los polinizadores como las abejas-, los pájaros y los factores climáticos como la lluvia y el viento que transportan la bacteria y la ayudan a penetrar en la planta a través de las flores.
El fuego bacteriano está presente en todos los países de la Unión Europea pero en España no se detectó hasta 1995. Fue en el País Vasco y desde entonces han ido apareciendo focos en distintas comunidades autónomas. Sin embargo hasta el año pasado el agente patógeno todavía no había conseguido introducirse en la Comunidad Valenciana. Pero los expertos sabían que era cuestión de tiempo y ahora los técnicos de la Conselleria de Agricultura ya han constatado, sin ningún género de dudas, que el temido fuego bacteriano ha logrado entrar en el territorio. Y lo ha hecho a través de la comarca del Alto Vinalopó, donde los Servicios Oficiales de la Conselleria de Agricultura están llevando a cabo una intensa labor de control e inspección de las fincas de frutales para mantener a raya a la destructiva bacteria. Y en caso de ser detectada el mejor y único remedio para combatir el fuego bacteriano es precisamente con fuego químico. Aunque desde el Servicio de Sanidad Vegetal del Gobierno valenciano también se han ofrecido una serie de recomendaciones, algunas de ellas de obligado cumplimiento, para prevenir la propagación del patógeno. Entre ellas figura la vigilancia continua de los viveros y plantaciones, la destrucción de los cultivos de frutales abandonados, la prohibición de plantar variedades de rosáceas sensibles al fuego bacteriano en las medianas de carreteras y autovías, evitar la poda en verde y compartir maquinaria agrícola, controlar las refloraciones de otoño y exigir y guardar durante tres años el pasaporte fitosanitario con indicativo de zona protegida en caso de adquirir material vegetal.
Baremo indemnizatorio por fincas afectadas y arranques obligatorios
La Conselleria de Agricultura ha establecido en su Orden 7/2012 de 26 de marzo publicada en el Diario Oficial unos baremos para el cálculo de las indemnizaciones por los gastos de arranque y destrucción de los árboles infectados así como en compensación con las plantaciones afectadas. En el caso de los frutales las indemnizaciones por arranque oscilan entre los 643,30 euros y los 1.045,33 euros por hectárea dependiendo de la edad de los ejemplares, el periodo de producción y si se trata o no de un cultivo intensivo. En árboles aislados -ornamentales o no- se paga 1,83 euros por ejemplar joven y 2,38 euros si está en plena producción. La cifra baja a 1,16 euros si es un arbusto ornamental aislado mientras que en los viveros la indemnización alcanza los 643,30 euros por hectárea afectada. Por plantaciones las ayudas oscilan desde los 7.820,97 euros por hectárea para los frutales jóvenes hasta los 17.419,44 euros para las plantaciones intensivas.
www.iberonat.com
Esta enfermedad la causa la bacteria llamada "Erwinia amylovora", un organismo de cuarentena en la Unión Europea que destruye por completo a las especies de la familia de las rosáceas entre las que se encuentra el peral, el manzano, el membrillero, el níspero japonés y el europeo así como algunas plantas ornamentales y silvestres. Ocasiona daños muy graves dando la sensación a simple vista de que la planta ha sido quemada, de ahí el nombre de fuego bacteriano. Puede producir la muerte del ejemplar infectado en apenas unas semanas, por lo que las pérdidas económicas que puede generar en las plantaciones son cuantiosas. A la tremenda voracidad de la bacteria se suma su enorme capacidad de propagación. Sin embargo, en la actualidad no hay tratamientos químicos eficaces que puedan combatirla y erradicarla. En caso de ser detectada la única alternativa es destruir la planta atacada en el menor tiempo posible para evitar el contagio de otros ejemplares. Un contagio que puede producirse por el traslado de plantas infectadas, los instrumentos de poda en verde, los insectos -especialmente los polinizadores como las abejas-, los pájaros y los factores climáticos como la lluvia y el viento que transportan la bacteria y la ayudan a penetrar en la planta a través de las flores.
El fuego bacteriano está presente en todos los países de la Unión Europea pero en España no se detectó hasta 1995. Fue en el País Vasco y desde entonces han ido apareciendo focos en distintas comunidades autónomas. Sin embargo hasta el año pasado el agente patógeno todavía no había conseguido introducirse en la Comunidad Valenciana. Pero los expertos sabían que era cuestión de tiempo y ahora los técnicos de la Conselleria de Agricultura ya han constatado, sin ningún género de dudas, que el temido fuego bacteriano ha logrado entrar en el territorio. Y lo ha hecho a través de la comarca del Alto Vinalopó, donde los Servicios Oficiales de la Conselleria de Agricultura están llevando a cabo una intensa labor de control e inspección de las fincas de frutales para mantener a raya a la destructiva bacteria. Y en caso de ser detectada el mejor y único remedio para combatir el fuego bacteriano es precisamente con fuego químico. Aunque desde el Servicio de Sanidad Vegetal del Gobierno valenciano también se han ofrecido una serie de recomendaciones, algunas de ellas de obligado cumplimiento, para prevenir la propagación del patógeno. Entre ellas figura la vigilancia continua de los viveros y plantaciones, la destrucción de los cultivos de frutales abandonados, la prohibición de plantar variedades de rosáceas sensibles al fuego bacteriano en las medianas de carreteras y autovías, evitar la poda en verde y compartir maquinaria agrícola, controlar las refloraciones de otoño y exigir y guardar durante tres años el pasaporte fitosanitario con indicativo de zona protegida en caso de adquirir material vegetal.
Baremo indemnizatorio por fincas afectadas y arranques obligatorios
La Conselleria de Agricultura ha establecido en su Orden 7/2012 de 26 de marzo publicada en el Diario Oficial unos baremos para el cálculo de las indemnizaciones por los gastos de arranque y destrucción de los árboles infectados así como en compensación con las plantaciones afectadas. En el caso de los frutales las indemnizaciones por arranque oscilan entre los 643,30 euros y los 1.045,33 euros por hectárea dependiendo de la edad de los ejemplares, el periodo de producción y si se trata o no de un cultivo intensivo. En árboles aislados -ornamentales o no- se paga 1,83 euros por ejemplar joven y 2,38 euros si está en plena producción. La cifra baja a 1,16 euros si es un arbusto ornamental aislado mientras que en los viveros la indemnización alcanza los 643,30 euros por hectárea afectada. Por plantaciones las ayudas oscilan desde los 7.820,97 euros por hectárea para los frutales jóvenes hasta los 17.419,44 euros para las plantaciones intensivas.
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