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viernes, 19 de abril de 2013

Los franceses depuraron el mejillón gallego que provocó la intoxicación de consumidores


La alerta alimentaria denunciada por Francia, que achacó presuntas intoxicaciones (diarreas) a la ingesta de mejillón gallego, empieza a esclarecerse. El producto, como se dijo desde un principio, salió desde las rías gallegas -independientemente de que en el viaje hacia su destino pudiera ser mezclado con el de otras procedencias-. Y también como se había avanzado ya, fue enviado directamente a Francia, sin depurar. Una vez allí, en el país galo, dos de sus depuradoras lo manipularon y, en consecuencia, fueron las únicas, y las últimas, que tuvieron contacto con el producto antes de suministrarlo a los consumidores.
Así pues, queda en evidencia lo que parece un fallo en el sistema de depuración del país vecino, pues no habría podido garantizar que el producto distribuido, y que pudo causar algunas diarreas, estaba en condiciones aptas. Pero también parecen existir errores u omisiones en Galicia, ya que según apunta la empresa comercializadora -la Xunta lo niega- el molusco habría salido de aquí ya contaminado por toxinas lipofílicas, si bien es cierto que de manera legal, pues habría sido extraído de las bateas antes de que se detectara en ellas la presencia de la popularmente llamada marea roja, y por tanto estarían aún abiertas.
Hay que explicar que el mejillón, supuestamente extraído en la ría de Vigo, fue comercializado directamente hacia Francia a través de la empresa mixta galaico-catalana que forman la Sociedad Cooperativa de Mejilloneros de Galicia (Socomgal) y Servimar S.L., una empresa de depuración y distribución que tiene sede en Gerona. Entre ambas entidades gestionan 172 bateas fondeadas en la ría viguesa y suministran a Francia mejillón sin depurar obtenido tanto en ellas como en los parques de cultivo flotantes pertenecientes a otras entidades productoras.
Pedro Gotanegra, en representación de la empresa catalana Servimar, que depura mejillón gallego cuando lo distribuye en el mercado nacional, pero que, como es el caso, lo envía en fresco y sin depurar cuando exporta a Francia, asegura que el molusco que provocó la alerta en el país vecino es suyo -al menos una parte, que cifra en alrededor de 6.000 kilos-. Pero niega cualquier responsabilidad en las diarreas provocadas.
Para entenderlo mejor hay que recordar lo ya publicado sobre los análisis que dejó de efectuar el Instituto Tecnológico para el Control del Medio Marino (Intecmar) en el puente festivo de Semana Santa. Como se explicó en su momento, dicho centro hizo analíticas hasta el día 27 de marzo (miércoles), pero el Jueves Santo, Viernes Santo y Domingo de Pascua no se hicieron pruebas para determinar la evolución de las biotoxinas en Galicia, ya que no se consideró necesario.
Esos análisis sí se hicieron el 1 de abril (Lunes de Pascua), e inmediatamente se comprobó que la marea roja había alcanzado límites preocupantes. Una vez superados a lo largo de ese día todos los plazos que requieren esas analíticas en los laboratorios del Intecmar, fue el 2 de abril (martes) cuando, tras conocerse los últimos resultados, se cerraron cautelarmente -a eso de las tres de la tarde- todos los polígonos bateeiros de la ría de Vigo y una decena en Arousa.
Pues bien, lo que alega Pedro Gotanegra es que el mejillón que la empresa Servimar y su socia, Socomgal, enviaron a Francia, fue retirado de las bateas de Vigo el día 1 de abril. De ser así, evidentemente era producto ya afectado por biotoxinas, pero su extracción estaba permitida.
"El mejillón que cargamos en los muelles el día 1 llegó a las depuradoras de Francia el día 2 de madrugada, y por tanto se hizo todo de manera totalmente correcta y legal -argumenta el empresario catalán-; cuando el día 2 por la tarde se comunicaron los cierres cautelares también teníamos mejillón camino de Francia, pues habíamos cargado en los camiones esa misma mañana, igualmente en la ría de Vigo, y lo que hicimos en cuanto se comunicó que cerraba la ría fue ordenarles que dieran vuelta y devolvieran el producto al agua, ya que no puede comercializarse con toxina. Pero, evidentemente, ya era tarde para el que habíamos mandado el día 1, que ya no era responsabilidad nuestra, sino de las depuradoras francesas".
Según el director de la empresa catalana Servimar, "si a la Xunta le quedaban polígonos por controlar es su problema, pero nosotros actuamos correctamente y podemos demostrarlo con rotundidad".