El profesor de la división de Ciencias Nutricionales de la Universidad de Nottingham (Reino Unido) Andrew Salter ha afirmado este lunes en Pamplona que "las dietas enriquecidas con ácidos grasos saturados alteran la expresión genética en el hígado".
Andrew Salter ha inaugurado la I Semana de la Nutrición en la Universidad de Navarra con un taller sobre genética y obesidad. Según el especialista, dicha alteración podría ser la base de los efectos adversos de estos ácidos sobre el colesterol plasmático o colesterol en sangre.
"Hace tiempo que sabemos que los ácidos grasos poliinsaturados tienen efectos potentes sobre la expresión génica. En particular, sobre las enzimas implicadas en la síntesis de ácidos grasos. Sin embargo, los estudios 'in vivo' que estamos realizando nos van a permitir conocer los mecanismos que producen estos cambios", ha afirmado.
Respecto a la alimentación de la madre y la influencia que tendrá en la salud de su hijo, Andrew Salter ha aclarado que tanto la desnutrición -en particular ingerir pocas proteínas-, como la obesidad y el consumo excesivo de nutrientes, "pueden aumentar la susceptibilidad de los descendientes a sufrir una serie de enfermedades crónicas, como la obesidad, la diabetes o las enfermedades cardiovasculares".
En este sentido, el especialista ha confirmado que están empezando a conocerse los mecanismos subyacentes en estos efectos. "Los cambios en la estructura química del AND -estudiados por la Epigenética- podrían permitirnos diseñar intervenciones dietéticas capaces de revertir este tipo de programación genética, para evitar que suframos las enfermedades a las que parecemos estar destinados", ha explicado.
Por otro lado, el experto, invitado a esta I Semana de la Nutrición de la Universidad de Navarra, ha hecho hincapié en el trabajo que desarrolla con su equipo para alterar los ácidos grasos en alimentos como carne y leche.
"Cuando descubramos cómo modificar la composición de esos ácidos grasos -aclara Salter- podríamos evitar los efectos dañinos de ciertos alimentos en el desarrollo de enfermedades cardiovasculares. No estaríamos hablando de obtener nuevos alimentos enriquecidos con principios activos, sino de mejorar los alimentos habituales para evitar sus efectos adversos", ha destacado.
Dentro de esta I Semana de la Nutrición en la Universidad de Navarra, esta martes continuarán las actividades organizadas por el Grado en Nutrición Humana y Dietética continuarán en el Civican de Pamplona. Allí, a partir de las 17 horas, dietistas-nutricionistas del centro académico ofrecerán asesoramiento nutricional gratuito. A continuación, a las 19 horas, tendrá lugar el encuentro audiovisual 'Alimenta la vista'. En él se premiará a los programas audiovisuales más divulgativos en la promoción de hábitos de vida saludables
Una investigación de la Estación Biológica de Doñana (EBD), entidad dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) con sede en Sevilla, ha comprobado que el aumento de las temperaturas de los últimos años ha incrementado los casos de malaria en numerosas especies de aves.
Según este estudio, publicado en la revista científica Global Change Biology y reseñado en el semanario británico The Economist, este aumento de casos de malaria se ha comprobado en especies como gorriones, carboneros comunes o currucas capirotadas.
Laszlo Garamszegi, autor de esta investigación, ha revisado casi cincuenta estudios desarrollados en los últimos setenta años sobre casos de malaria detectados en unas tres mil especies de aves de diferentes países, según ha informado hoy un comunicado de la EBD.
La comparación de estos datos evidencia, por ejemplo, que antes de 1990, cuando las temperaturas eran más frías, la prevalencia de malaria en gorriones era de un diez por ciento, tasa que ha aumentado desde entonces hasta un treinta por ciento, detectado en las últimas estadísticas realizadas.
Una evolución similar ha ocurrido con el carbonero común, con una prevalencia de malaria menor de tres por ciento antes de 1995 que ha aumentado hasta un quince por ciento en los últimos estudios.
En el caso de la curruca capirotada, especie en la que no se había detectado malaria en anteriores investigaciones, un estudio de 1999 ha mostrado una prevalencia de un cuatro por ciento de esta enfermedad.
"Todo indica que los últimos 20 años han sido el escenario de un dramático incremento de la presencia de este parásito en varias especies de aves", ha explicado el comunicado de la EBD.
El aumento de las temperaturas influye en las condiciones de calor y humedad que facilitan la reproducción del mosquito portador del parásito de la malaria.
Aunque esta investigación no ha aportado datos suficientes sobre cómo el cambio global afecta a la salud de los humanos, los datos hallados sugieren que, al menos en aves, existe un problema real.
Con todo, los investigadores matizan que estos resultados no se deben transferir de forma automática al caso de los seres humanos.
La investigación también ha comprobado que los efectos del calentamiento no han sido iguales en todas las regiones pues en Asia y América las especies de aves sufrieron menos infecciones que en África y Europa.
Garamszegi ha alertado de que la malaria ha infectado ya un buen número de aves nativas de Hawai y está empezando a causar estragos en Nueva Zelanda, por lo cual ha reclamado la adopción de medidas urgentes que ayuden a estas especies a sobrevivir en medio del cambio global.