¿Trabajaría retirando residuos tóxicos de la central nuclear de Fukushima?; ¿se ofrecería a una compañía japonesa para conseguir ese empleo? En plena crisis (la eterna crisis para Japón), una veintena de brasileños han sido contratados para retirar restos radioactivos de Fukushima. Lo hacen sin duda convencidos por la elevada remuneración ofrecida para este trabajo de alto riesgo: cada uno de los brasileños reclutados ganará 9.000 euros al mes.
En la primera semana de mayo, un semanario de empleo editado en Tokio dirigido a la comunidad brasileña en el país asiático sorprendió a todos al incluir en su portada esta propuesta. El anuncio estaba en una página impar, en lugar destacado. Decía así: “Contratamos. 30.000 yens por día (dos horas al día). Fukushima (dentro de los 20 kilómetros que rodean la central nuclear). Será descontada la alimentación: 1.750 yenes/día”. Hubo que cambiar la legislación, ya que hasta este año sólo los japoneses podían trabajar en centrales nucleares. Ahora que las cosas vienen mal dadas, los nipones piden ayuda a los extranjeros residentes en el país asiático. Cientos de brasileños solicitaron información sobre la oferta, aunque de momento sólo una veintena han sido seleccionados. Muchos descartaron la idea al conocer el peculiar lugar de trabajo.
En los próximos días empezarán a trabajar en la central. Para acceder a este empleo de alto riesgo, los brasileños -muchos con más de una década de residencia en el país- deben tener más de 45 años. La compañía tiene claras las consecuencias de trabajar en esas condiciones, pero para algunos la necesidad prima sobre el riesgo. La radiación puede causar enfermedades tan graves como el cáncer. Algunos expertos aseguran que la enfermedad podría tardar una década y, por ello, se exige formalizar el contrato a personas que rondan el medio siglo de vida.
Los operarios sólo pueden trabajar en la zona dos horas al día, usando ropas especiales y un equipo protector que les suministra la compañía nipona. La empresa se ha comprometido a realizar pruebas diarias para determinar el nivel de radiación en cada uno de los trabajadores. Es un empleo de sólo 60 días, lo que significa que, en el mejor de los casos, los operarios ganarán 18.000 euros, cantidad a la detraerán impuestos y 1.750 yenes diarios por la comida. Otro de los trabajos que se ofrece a la comunidad brasileña se desarrolla a 20 kilómetros de la central nuclear de Fukushima. En él se pueden ganar 12.000 yenes diarios (122 euros).
Veto a los miembros de la ‘Yakuza’
Una de las condiciones que más ha llamado la atención de la oferta de empleo es que ninguno de los trabajadores puede estar tatuado. La razón: que alguno de ellos sea miembro de la Yakuza, organización mafiosa implantada en Japón, especializada en la extorsión. Esta mafia es una de las más antiguas y poderosas y, sin duda, la que más miembros tiene. Solo en Japón cuenta con 100.000 adeptos.
Los ciudadanos brasileñas representan la tercera comunidad de extranjeros residentes en Japón, sólo por detrás de los coreanos y los chinos. En la actualidad, 300.000 brasileños viven en el país asiático, enviando todos los años millones de dólares al gigante sudamericano. Como contrapartida, en Brasil está la mayor concentración de japoneses fuera de Japón. A los brasileños se les conoce en Japón como los dekassegui, palabra que se forma con las palabras deru (salir) y kasegu (ganar dinero).
La crisis ha obligado a muchos de ellos a volver a Brasil, sobre todo los residentes en ciudades industriales como Toyohashi. Desde hace cuatro años se ha producido un éxodo masivo al gigante sudamericano. La mitad de los 13.000 brasileños que vivían allí han vuelto a casa. “Viajaron a Japón cuando aquí los salarios eran altos y en Brasil muy bajos. Llegaron con una idea y ahora vuelven con otra”, asegura Toyohito Tanabe, director de la Asociación de Brasileños en Toyohashi. Los que se quedan buscan cualquier empleo para sobrevivir. Una veintena han optado por trabajar en la retirada de residuos radioactivos en la central nuclear de Fukushima. Mucho dinero para un trabajo de 60 días.
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